La foto es deliberadamente antigua, de hace unos años. Mi objetivo es grabar lo mejor que pueda las canciones de ese concierto y compartirlas en este espacio. Después, ya veremos.

Desde mi más temprana adolescencia, casi desde que empecé a tocar un poco la guitarra, he escrito canciones, pero nunca ha sido una ocupación, sino un divertimento, una válvula de escape para lo que en determinados momentos de mi vida bullía en mi interior.

La foto es de un concierto en el que presentamos una web en la que aparecería un disco que íbamos a grabar en directo. Aquello fue un desastre. La grabación, que pretendíamos hacer con la tarjeta de sonido y el ordenador que aparecen en la foto, se cortó a los pocos minutos, no teníamos una afinación decente, cometimos errores que no habíamos cometido en los ensayos,…

Siempre he querido dejar grabadas esas canciones. No sé si para la posteridad, para mi hijo o solo por la satisfacción personal que supondría haberlo conseguido. Así que volveré a intentarlo desde casa, con un ordenador y una tarjeta de sonido más potentes.

Ese hipotético disco, que se iba a llamar “Depaolo”, es fruto de la relación más productiva que he tenido en mi inconstante periplo musical. Casi todas las canciones están arregladas por Jesús Maestre, un genio que consiguió con sus guitarras de palo, como él diría, llevar mi anárquico trabajo a otra dimensión. Os dejo aquí un enlace a su canal en youtube para que veáis que no exagero.

Casi desde que mi tío Ignacio me regaló mi primera guitarra y el hermano de mi querido y añorado amigo Quini me enseñó los primeros acordes, he escrito canciones. Mi primera canción de adolescencia temprana, hablaba de una rosa y un clavel que se enamoraban y supongo que la escribí porque había leído el Principito de Saint-Exupéry por aquel entonces.

La segunda tuvo un éxito rotundo en el instituto: “El cielo azul” y llegó a ser incluida por su director en el montaje que hicimos de “La zapatera prodigiosa” de Lorca.

Después he seguido escribiendo canciones; sin mucho orden ni dedicación, lo confieso. Mi caótica producción, almacenada en viejas cintas de casete, se sustenta en algún que otro arreón en mis crisis personales, y poco más.

Pero entiendo que cada uno es como es y da para lo que da. Os iré poniendo por aquí las que pueda ir grabando en casa, que ahora los ordenadores permiten hacer muchas cosas que antes eran más complicadas.

En breve

Grabada en la trastienda del Meca Café. Con la guitarra y los arreglos de Jesús Maestre.

Por si se me olvidara

Grabada en la trastienda del Meca Café. Con la guitarra y los arreglos de Jesús Maestre.

Nada que declarar

Grabada en la trastienda del Meca Café. Con la guitarra y los arreglos de Jesús Maestre.

Podéis acceder a todos las canciones que están publicados en este espacio pulsando el botón canciones.

Mis canciones han nacido siempre de experiencias personales, de situaciones que me han hecho sentir de una determinada forma; son siempre la resaca que viene tras un torbellino de emociones. Unas veces aparece en mi cabeza un estribillo con una melodía y otras los primeros versos de un poema. A veces consigo dar a esos poemas la estructura de una canción con su estribillo y sus partes, que suelen ser paráfrasis de las primeras estrofas del poema original en muchos casos. Os iré poniendo aquí esos poemas.

Igual que tengo mis canciones arrumbadas en cintas de casete que puede que nadie -ni yo mismo- escuche nunca, tengo versos, poemillas escritos en servilletas de bar y en sobres de facturas en carpetas que me han acompañado de un lado para otro en mis continuas mudanzas y que ahora escribo en el móvil, en el ordenador o en alguna libreta. También os los iré poniendo por aquí.

Podéis acceder a todos los poemas que están publicados en este espacio pulsando el botón poemas.

Aunque trufada de duros momentos, he tenido y tengo una vida feliz. Crecí en una sencilla y buena familia que me hizo sentir que yo era para ellos alguien especial y tuve la suerte de formar una de la que me siento muy orgulloso.

La mejor experiencia de mi vida ha sido y es ver nacer y crecer a mi hijo, acompañarlo mientras ambos descubrimos mutuamente quienes somos, el uno y el otro. Juan es, sin duda, el mejor de los muchos regalos que me ha hecho Carmen, mi mujer.

Aunque él no lo sabía hasta hace muy poco, los primeros de estos cuentos los escribimos Juan y yo en comandita. Yo entonces le llamaba “Super”, que viene de “Superheure”, que era como él se refería entonces a los superhéroes.

Seguiré escribiéndolos para contarle y tratar de enseñarle cosas que creo que podrían ser interesantes para él y vosotros podréis verlos también aquí.

El milagro de Empel

De repente, un viento helado hizo que el río Mosa se helara y los barcos holandeses tuvieron que retirarse de forma apresurada para no quedar atrapados. Los soldados de los tercios pudieron entonces avanzar...

Los ingenieros

Se fue corriendo a su trabajo y se lo contó a sus compañeros. Rápidamente se pusieron a fabricar las dos tiritas. Probaron muchas veces hasta que consiguieron que funcionara como querían y, cuando ya...

Las nubes enfadadas

No estoy seguro, papi. Creo que se enfadan porque se chocan con las otras. Pasa cuando hay muchas y hay mucho viento. A algunas no les gusta y se enfadan. Entonces se van llenando...

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Supongo que mis canciones son, de alguna forma, el medio que he encontrado de contar las cosas que me pasan o que siento con rima, ritmo y melodía.

Aquí os cuento algunas de esas historias. Unas pueden haber devenido canciones y otras no, pero en todas quedó un poquito de mi y todas me han regalado algo de ellas que me ha servido para continuar mi camino.

21 japonesas

Y eso es lo más cerca que estuve nunca de Japón. Eso, y cuando veo un número cualquiera de japonesas en una cafetería, no tienen porque ser veintiuna. Entonces imagino que me atreví a...

Portugal: tan lejos, tan cerca

La primera vez que vi Vila Real de Santo Antonio era de noche, desde la aduana de Ayamonte. Hasta entonces, siempre había entrado a Portugal por Rosal de la Frontera, pero esa vez viajaba...

Cuando íbamos a la Alameda

Mi tío tenía un camión, un Pegaso que seguro que era muy viejo, que tenía “más kilómetros que el baúl de la Piquer”. No siempre estaba allí cuando llegábamos para visitarlos, a veces estaba...

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