Juan Ignacio Gutiérrez

Ínclitas razas ubérrimas

sangre de hispania fecunda

espíritus fraternos

generosas almas:

¡Salve!

Rubén Darío

Esta estrofa está en un pedestal en el parque de María Luisa de Sevilla, cerca de la Plaza de España. Si es que la barbarie tardo-revisionista de las leyes de memoria histórica no lo ha arrancado y tirado a una escombrera, claro.

Me la hicieron aprender y recitarla subido al pedestal en las novatadas de mi primer año en el Colegio Mayor. Recuerdo que me costó pasar la prueba porque, después de haber aprendido la estrofa, terminaba recitándola así:

“Ínclitas razas ubérrimas

sangre de hispania fecunda

espíritus fraternos

generosas almas”

¡Salve!

Dámaso Alonso

Y tenía que volver a bajar del pedestal y leer la estrofa.

Rubén Darío, “Príncipe de las letras castellanas”, era nicaragüense. 

Nació en 1867 y murió en 1916, pero, por una extraña razón metafísica que se me escapa, ayudó a la instauración del fascismo, primero, y del franquismo después.

De hecho, citar al poeta nicaragüense hace unos años te hacía sospechoso de tener simpatías con la extrema derecha; a día de hoy, el hecho de hacerlo despeja cualquier duda: solo un fascista citaría a Rubén Darío.

A este disparate hemos llegado y lo hemos hecho por incomparecencia. Hemos dejado que fanáticos sectarios eduquen a nuestros hijos durante décadas, invocando una especie de derecho de compensación porque España fue gobernada desde 1939 hasta 1975 por un general que había ganado una guerra y ejerció represalias contra los que la perdieron.

La mayoría de los que se indignan contra esos hechos, que suponen excepcionales en la historia de la humanidad (¡la excepcionalidad española!), no habían nacido en 1975. Ni en 1985, ni en 1995. 

Muchos -la inmensa mayoría-, adolescentes de todas las edades, no saben quién es Rubén Darío, ni me conocen a mi, pero no tendrán ninguna duda de que tanto él como yo somos fascistas si llegan a leer esto.

Y con estas reses hay que lidiar. Dicho esto, vamos a lo importante: hoy, 12 de octubre de 2021 es el Día de la Hispanidad.

Recientemente, el profesor argentino Marcelo Gullo ha publicado un libro que, supongo, lo convertirá también en “fascista”. Sobre todo, teniendo en cuenta que, como él mismo aclara, sus cuatro abuelos son italianos.

El libro del profesor Gullo lleva este contundente y apropiado título: “Madre Patria”.

Y un contundente subtítulo: “Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán”.

Confieso que solo he leído la muestra que ofrece la editorial en las plataformas digitales, pero promete.

La posición del profesor sobre la Hispanidad la podéis conocer de su propia boca en la conferencia que el pasado mes de septiembre dio en el Círculo Hispanista hace unos días, presentando su “Madre Patria”.

No he comprado aún el libro porque decidí hacerlo hoy, buscándolo en todas las librerías que encuentre abiertas en Madrid después de ver, como todos los años, el desfile en la Castellana. No se me ocurre mejor forma de celebrar este Día de la Hispanidad y Día de la Fiesta Nacional de España.

Nada más. Os deseo un feliz Día de la Hispanidad a los españoles de todas las españas; a los europeos, a los americanos, a los asiáticos,…

También con una estrofa de Rubén Darío (del poema “Los cisnes”):

“La América española como la España entera

fija está en el Oriente de su fatal destino;

yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera

con la interrogación de tu cuello divino”.

¡Feliz Día de la Hispanidad!

Y no os dejéis engañar: sentirse orgulloso de ser español, no tiene nada que ver con el fascismo. No les compreis la leyenda negra. Leed, escuchad a quienes saben y os quieren. No a los que os odian.


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