Juan Ignacio Gutiérrez
Con unos amigos en los años del instituto.

Cuando toca conmemorar fechas trascendentes, solemos preguntarnos dónde estábamos nosotros ese día, y, claro: hoy toca preguntarse dónde estábamos el día en que se refrendó la actual constitución.

Los estadounidenses no pueden hacerse esa pregunta, por la sencilla razón de que su constitución es del siglo XVIII; no demasiados alemanes podrán hacersela -la carta fundamental de Bonn es del 49-, pero muchos de nosotros y los portugueses, sí.

La Constitución Portuguesa es del 76 y la nuestra, del 78.

El 6 de diciembre de 1978, acababa de cumplir 16 años. Así que yo, que hoy tengo 58, tampoco voté ese día.

Este hecho no va, en ningún caso, en menoscabo de la legitimidad de nuestra actual Constitución, esa que sostiene el conocido desde hace unas docenas de meses como “Régimen del 78”.

Evidentemente, ningún portugués menor de 60 años votó la suya, ningún alemán que tenga hoy menos de 89 la alemana, y, por supuesto, ningún estadounidense vivo pudo votar la redactada por los padres fundadores, salvo que alguno haya viajado en el tiempo.

Yo no sé dónde estaba ese día. He estado buscando alguna foto para la entrada, pero no he encontrado nada. En aquellos tiempos, no hacíamos tantas fotos. La que he elegido debe ser del 76 o el 77, así que yo -que soy el que está a la izquierda, con camisa de cuadros y rebeca azul, y, muy probablemente, escondiendo el cigarro que tendría en la mano derecha, sería más o menos así.

En la foto estamos cuatro amigos del instituto -probablemente los más interesados en aprender a hablar inglés- con unos australianos que habían tenido una avería en su furgoneta y estuvieron en el pueblo hasta que mi padre -que era mecánico- consiguió resolverles el problema.

Uno de los australianos ocupa el centro de la escena y el otro está haciendo la foto, que nos enviaron después agradecidos.

He estado echando también un vistazo a las hemerotecas. El referéndum para ratificar la Constitución tuvo lugar un miércoles. Ese año hice COU, interno en Sevilla, así que, probablemente, ese día estaría en el colegio, pero no lo recuerdo.

Definitivamente, no tengo ningún recuerdo de ese día. Ni de fiesta de la democracia, ni de nada que se le parezca.

Revisando la prensa de la época, me ha llamado la atención que los temas eran los mismo que hoy. La portada de Blanco y Negro es deliciosamente esclarecedora en ese sentido: refugiados coqueteando con la muerte en barcos a la deriva que huyen de la miseria, el “Ivan Redondo” de Suárez, el famoso sueldo para las amas de casa…

Portada de la revista Blanco y Negro, entregada entonces con la edición dominical del ABC.

Pero el tema del día, como hoy, fue la Constitución Española que, aunque algún adolescente despistado haya llegado a pensar lo contrario en estos tiempos de posverdad, es una de las más modernas y avanzadas de nuestro entorno; que no digo yo que no haya que hacerle algún retoque por los cauces reglamentarios -alguno tiene ya-.

Además de con los australianos -y en similares circunstancias-, tuvimos contacto en aquellos tiempos con unos canadienses, unos alemanes y unos suizos. La única diferencia que recuerdo entre ellos y nosotros es que ellos eran un poco más mayores y hablaban inglés, que, en el fondo, era lo que realmente nos interesaba: hablar inglés con ellos.

Sí, nuestro amigo australiano parecía un cantante de los Bee Gees, pero mi primo Juan Antonio (qepd), Solera o Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, también; no vayáis a creer.

Tragedy. Bee Gees.
Linda prima. Solera.

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