Juan Ignacio Gutiérrez

Crónicas cayetanas

Mis padres también me llamaban Juan. De mi padre, no recuerdo que se dirigiera a mi nunca como Juan Ignacio; mi madre solo lo hacía si estaba muy enfadada conmigo y me llamaba para echarme una bronca. Supongo que para ella, como para mi, un “Juan” podía ser también un niño, pero un “Juan Ignacio”, no. Un “Juan Ignacio” tenía que ser más responsable. A un “Juan Ignacio” se le podrían exigir ya ciertos compromisos, cierta seriedad.