- Papi, ¿qué significa “maratón”?
- Ya te he dicho que cuando no conozcas una palabra la busques en el diccionario, Súper; te hice hasta una aplicación para que te resultara más fácil.
- Si ya la he buscado, papi, pero es que no me queda claro. Yo creía que era una carrera. Busqué la palabra y el diccionario dice que puede ser una carrera, un baile, ir mucho al cine,…
- Ja, ja, ja. Ah vale. Bueno, entonces te cuento.
Como sabrás, o como espero al menos que imagines, antes no había móviles.
- Ya papi, hasta ahí llego, ¿pero eso qué tiene que ver?
- Espera, espera, que te lo explico.
Pues eso, antes no había móviles. Y antes de eso, no había teléfonos. Si seguimos remontándonos en el tiempo hacía atrás, llegamos a uno en el que no había forma de transmitir un mensaje instantáneamente como ahora. Y a veces eso es necesario.
- ¡Ah, lo que me contaste de los soldados y las palomas mensajeras!
- Ja, ja, ja, caliente, Súper, pero no es eso. Ten paciencia, que te lo cuento.
- Ya pero es que me estás poniendo nervioso, papi.
- Pues entonces no me preguntes. Ya sabes que a mi me encanta contar historias y las historias duran lo que tarda en contarlas quien las cuenta.
- Y a mi que me las cuentes, papi. Perdona.
- No te preocupes.
Así que, como te decía, a veces es necesario, importante, vital, transmitir un mensaje inmediatamente y, si eso no es posible, y antes no lo era, muy rápido: lo más rápido que sea posible.
Has recordado a los soldados. Así es: en las guerras ocurren situaciones en las que transmitir un mensaje lo más rápidamente posible puede ser vital. Y verás que es de una de esas situaciones, de una guerra, de donde viene esa sonora y rotunda palabra: “Maratón”.
- Sí, la verdad es que suena mejor que carrera, papi: “Maratón”.
Es que es una carrera a lo grande, una de las carreras más importantes de las historia, si no la que más. Por eso seguimos recordándola.
Ya te he hablado muchas veces de las leyendas, y esta carrera lo es. Una de los más importantes de nuestra historia, aunque, como ocurre con la mayoría de las leyendas, de los mitos, la historia que contamos no tuviera por qué ser exactamente como la recordamos.
El Maratón, la carrera, recuerda o simboliza una hazaña deportiva en una batalla entre los Griegos y los Persas hace muchísimos años, a principios del siglo quinto antes de Cristo. Solo para que lo sepas, como curiosidad, pero no voy a detener en eso -te lo prometo-, conocemos aquellas guerras como “guerras médicas”, pero no tienen nada que ver con los médicos, son “médicas” porque eran contra los medos, y aquí lo dejo.
- Ja,ja,ja. Vale papi, pero me ha gustado la anécdota.
- Ja,ja. Sabía que te gustaría.
Una de las versiones más extendidas de la leyenda de la que estamos hablando, es que un soldado griego recibió la orden de ir corriendo y sin parar a Atenas para llevar urgentemente la noticia de que, a pesar de que acababan de vencer a los persas en la playa de Maratón, los supervivientes eran muchos, habían huido y se preparaban para desembarcar en otro sitio. La orden habría sido llegar lo antes posible, sin detenerse y corriendo hasta donde le permitieran sus fuerzas. Y así lo hizo, muriendo justo después de entregar el mensaje, de cumplir su misión, salvando Atenas y a los griegos.
- Esa es la leyenda.
- ¿Pero es verdad o no, papi?
- Pues te voy a contestar como lo hago siempre o casi siempre: no importa demasiado si es verdad. Lo importante es lo que simboliza.
Hay otras versiones de la historia, que no deja de ser un relato contado por un escritor de la antigüedad. Así que, aunque es muy probable que las cosas no ocurrieran así, el símbolo, la leyenda, el mito, nos vale a nosotros hoy: el esfuerzo de un solo hombre salvó a toda una civilización. Y hay algo mucho más importante para nosotros: esa civilización es la nuestra.
- Así que da igual que la historia sea cierta o no.
- Vale, papi. Te prometo que lo he entendido. ¿Pero me cuentas la historia de verdad?
- ¿La de la carrera? Bueno, te cuento lo que sé, aunque tampoco podría garantizarte que esa sea la verdad.
- Seguro que sí, papi. Cuenta, cuenta.
Ya sabes que los antiguos griegos celebraban periódicamente unas competiciones deportivas que se llamaban…
- ¡Olimpiadas!
- Ja, ja. No: se llamaban Juegos Olímpicos. La Olimpiada era el tiempo que transcurría entre unos juegos y los siguientes.
- Vaya.
- No te preocupes, hay mucha gente que piensa que los Juegos Olímpicos y las olimpiadas son lo mismo. De hecho, es posible que sea tanta, que ya ni siquiera se considera un error confundirlos.
El caso es que aquellos Juegos Olímpicos de la antigüedad griega, dejaron de celebrarse hace muchísimos siglos. A finales del siglo XIX, a un señor francés se le ocurrió recuperarlos. Y lo consiguió. Los primeros juegos olímpicos de la edad moderna se celebraron en Atenas en 1896. Y desde entonces, salvo cuando ha habido guerras muy gordas (como aquellas “médicas”), se han celebrado siempre, en verano, cada 4 años, como parece ser que se hacía en la antigua Grecia.
Para celebrar los juegos, recuperaron y adaptaros algunas de las competiciones que se conocía tenían lugar en los antiguos juegos e inventaron otras. Una de esas pruebas fue precisamente el Maratón.
- ¿Y por qué se llaman Juegos Olímpicos, papi?
- Pues se llaman Juegos Olímpicos en honor de los de la antigua Grecia que se celebraban en una ciudad que se llamaba Olimpia.
- ¿Y por qué no se siguen celebrando en Olimpia, papi?
- Pues, entre otras muchas cosas, porque esa ciudad no existe ya.
Los primeros Juegos Olímpicos de la edad moderna se celebraron en Atenas y a partir de ahí, se han ido celebrando en diferentes ciudades del mundo. Para optar a celebrarlos, las ciudades tienen que presentar una candidatura y un organismo que se llama “Comité Olímpico Internacional” elige a una de ellas para los siguientes. En España se celebraron en 1992, en la ciudad de Barcelona. Y hemos intentado varias veces que haya unos en Madrid, pero todavía no lo hemos conseguido.
- Papi, sigue sin quedarme claro por qué se dice maratón para los bailes y para las pelis.
- Es verdad, perdona.
La palabra Maratón se utiliza para referirse a una actividad que haces sin parar durante más tiempo de lo que sería normal para esa actividad. ¿Te acuerdas cuando fuimos al cine a ver todas las pelis del Señor de los Anillos juntas? Pues eso es un maratón de cine; hay competiciones en las que las parejas bailan sin descanso hasta que solo queda una, que es la ganadora. Y eso es un maratón de baile. Y puede ser de otras muchas cosas.
- Ahora sí me ha quedado claro, papi. Solo una cosa más: creo que no me has dicho por qué son 42 quilómetros.
Creo que son algunos metros más y que eso se decidió en los juegos de Atenas, los que se inventó aquel señor francés del que te hablé antes. Sería esa la distancia de la playa de Maratón al centro de Atenas, que es donde se iban a celebrar aquellos juegos. Aunque tengo entendido que no tiene porque ser una distancia exacta, siempre que sea un poco más de 42 quilómetros.
- Que ya son, ¿eh, Súper? Yo no sería capaz.
- Pues yo voy a ponerme a entrenar para correr una maratón cuando sea mayor, papi, como mi tía.
- Me parece una idea estupenda.